HISPANIA NOVA

Revista de Historia Contemporánea

Fundada por Ángel Martínez de Velasco Farinós

ISSN: 1138-7319    DEPÓSITO LEGAL: M-9472-1998

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NÚMERO 3 (2003)
ARTÍCULOS

TÍTULO: 
DESARROLLO TECNOLÓGICO Y ORÍGENES DE LA CÚPULA EMPRESARIAL AGRÍCOLA

autor:
Gian Carlo DELGADO

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resumen:
Al revisar la historia del desarrollo tecnológico en la agricultura "moderna", llama la atención, aunque no sorprende, que los principales actores involucrados en dicho proceso se coloquen hoy en día a la cabeza de las cúpulas empresariales a cargo del negocio agrícola (semillero, agroquímico, de alimentos, etcétera). Tal indagación histórica, permite dar cuenta de cómo se fueron constituyendo y afianzando las estructuras sociales que impondrían la lógica capitalista de producción agrícola, desde la cual se impulsaría crecientemente una mayor productividad y explotación de la clase agrícola trabajadora y del medio ambiente.

palabras clave:
Desarrollo tecnológico, historia de la tecnología, agricultura, revolución verde, OGMs.


abstract:
Reviewing the history of technological development in modern agriculture, we can find out, even do is not surprising, that the main actors involved in the technological innovation, now a days, are at the head of the multinationals´ elite in charge of the agricultural business (seeds, agrochemicals, processed food, etcetera). That historical study allow us to see clearly how the social structures were constituted and supported to impose the capitalist agricultural production as the foundation of an increasing productivity and its consecutive overexploitation of the agricultural working class and the environment.

key words:
Technological development, technological history, agriculture, green revolution, GMOs.

 


INTRODUCCIÓN

        Este breve texto, busca explorar la génesis, composición y evolución del empresariado agrícola moderno, propio del sistema capitalista de producción. No se pretende inspeccionar las características particulares de las tecnologías desarrolladas. Más bien, siguiendo la sugerencia de Kranzberg y Pursell acerca de que, "…las historias de la tecnología existentes, típicamente han omitido las interrelaciones culturales, económicas, sociales, entre otras"[1]; el propósito de este ensayo es dar cuenta de cómo en la historia moderna, las cúpulas de poder/empresariales -en este caso entorno al campo- se han ido "acomodando", entre otros mecanismos, mediante el desarrollo de innovaciones tecnológicas protegidas por un sistema de patentes que nace para favorecer sus intereses (privados). Lo anterior nos sirve para entender y revelar responsables -históricos- a cerca del contexto actual sobre la profunda crisis del campo periférico y de la producción tradicional en general; de la creciente pérdida de la soberanía alimentaría de los Estados-nación del Sur y del derecho al alimento del grueso de la población mundial; de la intensificación de la explotación de las clases trabajadoras[2]; así como de la escasa conservación genuina del entorno natural agrícola (fertilidad de los suelos-erosión, contaminación de aguas superficiales y mantos freáticos, exterminio de especies silvestres, etcétera).


DESARROLLO TECNOLÓGICO Y ORÍGENES DEL EMPRESARIO AGRÍCOLA

        Una vez establecida la estructura social capitalista de terratenientes, arrendatarios y trabajadores asalariados; los primeros aseguraron para sí una jugosa tenencia de la tierra. Los segundos o los "nuevos" capitalistas agrícolas (a los que luego se les unirían los primeros) se encargaron de introducir innovaciones tecnológicas que hicieran más productivo su "negocio", siguiendo así las pautas que caracterizaron la inauguración de la modernidad[3]. Los últimos, los asalariados, se han mantenido desde entonces en esa misma posición, aunque cada vez más se agudice su crítica situación, independientemente de los ciclos económicos de auge y depresión. En este escenario, los encontrados intereses de los nuevos capitalistas agrícolas, como sucedió en el ámbito industrial, los hizo adictos a un desarrollo tecnológico constante que les diera ventajas sobre el resto de sus competidores. En un principio, la tecnología se la apropiaban tales capitalistas o aquellos que podían perfilarse como tales, pero luego, ya más consolidado el negocio agrícola y con la apertura de mercados internacionales, los capitalistas agrícolas comenzaron a pagar por un particular desarrollo de la misma, plasmando en ésta sus intereses, contradicciones y correlaciones de poder. De ahí que la historia del desarrollo de la tecnología agrícola esté íntimamente entrelazada con la de la clase capitalista.

        Aunque es cierto que el desarrollo tecnológico agrícola no es particular al capitalismo (como se puede identificar en las invaluables prácticas "precapitalistas" todavía existentes en las comunidades campesinas e indígenas de Latinoamérica y otras partes del mundo), sí lo es la lógica que lo impulsa, su forma y ritmo. Como se puede leer en el texto de Fussell, La Revolución Agrícola de 1600 a 1850, el concepto de revolución tecnológica en la práctica agrícola, "…ha llegado a ser aceptado como descripción de un prolongado periodo de la historia moderna"[4] Ese periodo, como parte de la propia historia del sistema capitalista de producción, se inaugura con un proceso lento de reconfiguración de las técnicas de producción agrícola tradicionales. Luego pasa aceleradamente a unas y otras cada vez más funcionales y totalizadoras. De hecho, indica Fussell, el ritmo de mejoras de 1600 a 1850 fue al menos cinco veces más lento que el conseguido durante la primera mitad del siglo XX[5].

        Inicialmente se pasó de la producción a campo abierto a campos cercados, se mejoraron los útiles de labranza, y se introdujeron nuevos cultivos para volver más productiva la tierra (caso de la alfalfa, del trébol, nabos, etcétera). El nuevo esquema de producción formalmente subsumido se centró en las forrajeras y las raíces. Éstas, escribe Fussell, "…fueron el pivote alrededor del cual giró la Revolución Agraria. Cuanto mayor y más seguro el suministro de las mismas, mayor también la cantidad de ganado que cabía mantener, y estos animales producían a su vez unos abonos más abundantes y mejores que permitían fertilizar satisfactoriamente la tierra arable…Además, el cultivo de raíces y hierbas alternativamente con cereales, en una rotación de cuatro etapas o alguna modificación de la misma, incrementó el total de las áreas cultivables; y una labor de arado y cultivo más profunda (azadonado y escarbado) entre las hileras de raíces se combinó con las reacciones químicas de las plantas leguminosas para conferir una mayor productividad al suelo."[6] Tal esquema productivamente exitoso, como puntualiza Fussell, solamente se consolidó hasta que los nuevos capitalistas agrícolas la impulsaron, "…alcanzando su auge en el periodo del high farming, entre 1840 y 1880"[7].

        Una vez consolidado ese requerimiento formal que estableció una lógica peculiar a la producción, el medio agrario estaba en condiciones para ser reconfigurado en su esencia: desde la innovación tecnológica. La meta entonces era el productivismo por el productivismo; o en otras palabras, comenzaba la subsunción real de la producción agrícola. Así, aparece el arado con vertedera y reja de hierro (en 1785 y 1803 se otorgaron las respectivas patentes a Robert Ransome, fundador de la Ransomes Company[8] , ahora fusionada, una parte a Electrolux -Suecia-, y otra parte con Textron Inc. de EUA). Igualmente surge la sembradora de Jethro Tull (abogado formado en Oxford y próspero granjero que promovió el sistema Norfolk[9] ); la cosechadora de Bell (1820-1830) o de McCormick (1834); los primeros conceptos básicos para un vehículo de tracción basado en la máquina de vapor que llevarían al uso extendido de su uso en tractores y que más tarde (1889) serían reconvertidos con la introducción del motor de combustión interna (caso del primer tractor a gasolina L. F. Burger, que operaba una trilladora); etcétera.

        La modernización formal y real del agro en Gran Bretaña, como se puede leer en Fussell, fue: "…continua, y tal vez intensificada, bajo el estímulo de las guerras y frenada hasta cierto punto por depresiones de posguerra; sin embargo, la revolución conoció la expansión hasta la aparición de competencias ultramarinas en materia de alimentos…en las décadas de 1870 y 1880."[10] Los principales elementos de la Revolución Agrícola en ese país, sintetiza Fusell, "…fueron la introducción de nuevos cultivos forrajeros en terreno arable y en una rotación cuádruple en los campos cercados que habían sustituido las grandes extensiones de los campos abiertos…Se prepararon prados irrigados, se construyeron nuevas máquinas -sembradora, trilladora, aventadora, desbrozadora, así como arados perfeccionados, giratorios y de ruedas, para uno o dos surcos y con doble reja- y se proyectaron diferentes tipos de azada, de grada, de escarificador y de cultivador."[11]

        Sin embargo, en términos sociales, ¿Cuál fue el resultado de tal proeza tecnológica? Fusell puntualiza que, "…a finales del siglo XVIII, la triple organización de la población rural en terratenientes, arrendatarios y trabajadores se había convertido, en general, en la condición normal de la sociedad rural."[12] Nótese, que se trata de la configuración agraria que Marx da cuenta en torno a su discusión sobre la constitución original de la tenencia de la tierra moderna en la que señala que los verdaderos agricultores son asalariados, ocupados por un arrendatario-capitalista, el cual paga al terrateniente (propietario de la tierra que robo[13] y que explota en fechas determinadas) una cantidad de dinero fijada por contrato. La renta de la tierra, indica Marx, presupone la propiedad de determinados individuos sobre determinadas porciones del planeta, en donde la renta es la forma en la cual se realiza económicamente la propiedad privada de la tierra, la forma en la cual se valoriza[14].

        Corroborando esta línea de análisis, Fusell suscribe que, "…la Revolución Agrícola produjo una cantidad de alimentos mucho mayor, pero también era mayor el número de quienes los consumían, en gran cantidad personas que trabajaban en las industrias. Sin embargo, para la gran mayoría de la población los nuevos procesos y los nuevos suministros nada hicieron, pues los pobres siguieron sumidos en la mayor pobreza a pesar de la reconfortante creencia en una elevación general del nivel de vida. Para los grandes terratenientes y hacendados que adoptaron el sistema moderno hubo, en cambio, sustanciosos beneficios. [15];

        Así, para garantizar la propiedad privada sobre esos beneficios, fue necesario que paralelamente se consolidase un sistema de patentes efectivo y funcional. Cardwell escribe respecto a la temática que, "…en el siglo XVII los centros más activos de la innovación tecnológica se encontraban en Europa occidental…Las patentes en Inglaterra del siglo XVI eran en su mayoría monopolios, [pero]…la Ley de Monopolios de 1964 acabó con muchos de los abusos más flagrantes del sistema, al tiempo que preservaba la práctica de conceder al inventor…cartas de patente para salvaguardar el monopolio…inicialmente por veintiún años. La ley no eliminó todos los abusos…pero las leyes fueron aquilatándose y mejorando progresivamente a lo largo de los siglos siguientes. Tras el Acta de Unión se extendieron a Escocia en 1707; y en 1790, la naciente república de los Estados Unidos de América instituyó sus propias leyes de patentes inspirado en la Ley de Monopolios inglesa"[16]. Las innovaciones de la Revolución Agrícola -con sus respectivas patentes-, añade el autor, "…abrieron el camino que había de conducir al gran desarrollo de la producción alimentaría en tierras que, como las de América y Australia, no quedarían totalmente exploradas hasta el siglo XIX"[17].


NACIMIENTO DE LA CÚPULA EMPRESARIAL AGRÍCOLA ESTADOUNIDENSE

        Hacia el productivismo del siglo XX

        Considerando el panorama anterior y moviéndonos al otro lado del Atlántico, se puede entender la lógica que de fondo estimuló el desarrollo tecnológico agrícola en la segunda mitad del siglo XIX en EUA. El caso es interesante, sobre todo porque nace siendo un país capitalista, de conformación reciente y con fuertes intereses empresariales arraigados a la cúpula de poder nacional (Washington era el hombre más rico, John Hancock era un pudiente comerciante, Benjamín Franklin un impresor acomodado, etcétera[18]).

        Según Howard Zinn, ante la necesidad empresarial de irse posesionando del oeste, se le abrió paso a la creciente población blanca, exterminando a la población nativa e intensificando la construcción de carreteras, canales, ferrocarriles y, también del telégrafo. Paralelamente, "…las granjas se estaban mecanizando…había arados de acero, cortacéspedes, segadoras, cosechadoras, mejores desmontadoras para separar la fibra de la semilla y, a finales de siglo, segadoras y trilladoras gigantes que cortaban el grano, lo trillaban y lo metían en sacos."[19] En 1850, tan sólo la compañía John Deere fabricaba 10 mil arados al año. Cyrus McCormick construía mil segadoras mecánicas anuales en su fábrica de Chicago. Un hombre provisto de hoz podía segar medio acre de trigo en un día. Con una segadora mecánica podía cosechar diez acres."[20] Como consecuencia, datos de Zinn indican que, entre 1860 a 1900 (momento de plena expansión territorial hacia el oeste), el número de granjas aumentó de 2 a 6 millones[21].

        Al parecer, y desde el punto de vista productivista, todo pintaba muy bien, pero, si algo ha caracterizado al capitalismo es que "no todo pinta muy bien para todos". Zinn aclara esta situación contundentemente: "…la tierra y la maquinaria costaban dinero, así que los granjeros tenían que pedirlo prestado, confiando en que el precio de sus cosechas se mantuviese alto…Los granjeros que no podían pagar vieron cómo les embargaban sus casas y sus tierras. Se convirtieron en arrendatarios. En 1880, el 25% de las granjas estaban alquiladas por arrendatarios y el número iba en aumento. Muchos ni siquiera disponían del dinero para el alquiler y pasaban a ser peones. En 1900, ya había en el país 4 millones de peones [el 5.5% de la población total del país][22].

        Así, mientras se proletarizaba a los granjeros y se concentraba la tierra en unos cuantos terratenientes, los empresarios agrícolas (en principio terratenientes o vinculados a éstos), se comprometían profundamente con la innovación tecnológica que les permitiese acumular más riqueza; un empeño que se profundizaría en el siglo XX (véase más adelante). El propósito poco altruista y por demás enfocado al beneficio privado de la clase capitalista agrícola estadounidense, fue fructífero. La historia lo corrobora. EUA es actualmente considerado como el granero del mundo gracias a su agroindustria, solamente posible por los "esfuerzos" del mencionado grupo empresarial. Por dar un ejemplo con los actores antes mencionados, hoy en día John Deere es una multinacional de todo tipo de maquinaría agrícola, forestal y para jardín. Opera en 160 países y sus ventas ascendieron en el 2002 a 13,900 millones de dólares (mdd). La Cyrus McCormick (después conocida como la International Harvester Company al fusionarse, bajo la tutela de J.P. Morgan, con sus mayores competidores, la Deering Harvester Company, Plano Harvester Co, Warder, Bushnell & Glessner Co, y Milwaukee Harvester Company) se convirtió en una empresa de dimensiones importantes. En 1924 se asoció con Ford para fabricar el Farmall, un tractor con visibilidad cercana al cultivo. Comprada por J. I. Case Company en 1985, hoy es filial de la multinacional CNH (la primera fabricante del mundo de cosechadoras y tractores agrícolas y la tercera productora de equipos para la construcción). Sus ventas del 2000 fueron de 9,700 mdd.

        Y a todo esto, ¿qué trajo el desarrollo tecnológico agrícola en el siglo XX?

        Fitzgerald[23],hace un interesante recuento de ese proceso en EUA. La autora indica que la investigación agrícola estaba atada desde 1862 al Gobierno Federal. Los candados eran la Hatch Act (para la creación y diseminación del conocimiento agrícola) y la Adams Act (para proveer de mayor financiamiento a la investigación científica) que terminaron por dejar en manos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA -por sus siglas en inglés) o las estaciones de experimentación estatales, casi la totalidad de la investigación y/o su financiamiento[24]. En sí, lo que se hizo fue la colección de material genético (raw material) y de información como punto de partida y sustento para el mejoramiento de semillas (hibridación) y el desarrollo de agroquímicos. Sin embargo, el peculiar rumbo que tomaron las investigaciones del USDA sólo se explica en base a que, "…particularmente en los estados rurales, los granjeros prósperos tenían una gran influencia con legisladores, [por lo que] los proyectos de investigación eran frecuentemente enfocados hacia sus intereses, en lugar de los de pequeños granjeros, o, al avance de teorías científicas generales…[El resultado fue que]…conforme avanzó el siglo XX, los científicos se vieron orillados a buscar financiamiento más allá del Estado…aceptando financiamiento de la esfera empresarial."[25] Las transferencias de conocimiento, tecnologías y científicos del sector público al privado, no se hicieron esperar. De hecho, los vínculos que hasta la fecha mantiene la USDA con el sector empresarial de ese país son tan fuertes que juega el papel de vocero sobre los intereses empresariales agrícolas en la esfera política del país. Es tan evidente esa simbiosis Estado/empresa, tan "natural" en la historiografía de EUA, que el gobierno de Ronald Reagan, colocó al ejecutivo de su multinacional semillera, Cargill, como jefe negociador en la Ronda de Uruguay del GATT (ahora Organización Mundial del Comercio) en lo referente a cuestiones de agricultura.

        Considerando lo anterior, las palabras de Fitzgerald resultan apropiadas: "…En 1900 los actores en la ciencia agrícola eran los granjeros que proveían de material genético, y lo que era, en efecto, espacio de laboratorio (los sembradíos de campo e invernaderos)…Los empresarios se habían convertido en grandes jugadores de los negocios agrícolas. En general, la mayoría de transiciones de este tipo ocurrieron entre 1920 y 1960…[Como consecuencia]…el expansivo rol de los actores corporativos ha llevado a una creciente mentalidad industrial en la agricultura, evidenciado en los más notables esfuerzos por convertir las simples prácticas de los granjeros en sistemas de producción, esto es, en sistemas que son similares a la dinámica industrial fabril en donde los materiales y los procesos son especializados, automatizados e integrados. En algunos casos esto se consolidó en una integración vertical; uno piensa aquí en corporaciones semilleras como Pillsbury, que contrató a cerealeros en el medio oeste de EUA, o en productores del oeste de fruta y vegetales que controlaban el proceso, desde la siembra hasta su enlatado. En otros casos se ligó a…compañías como Pioneer Hybrids o Funk Brothers Seed Company."[26]

        Se trata pues, de toda una lógica que ha permitido colocar al cada vez más selecto empresariado agrícola, a la cabeza del negocio. No es casualidad que los ejemplos corporativos de Fitzgerald sean actualmente parte de gigantes empresariales que se colocan en las primeras posiciones a nivel mundial. Mientras Pioneer fue absorbida por DuPont -EUA- (primera semillera, segunda química y quinta agroquímica del planeta); Funk Brothers pasó a ser parte de Ciba-Geigy, la que después, en 1996, se fusionaría con Sandoz, y ésta a su vez con Novartis (recientemente integrada con Zeneca bajo la denominación de Syngenta, es la tercera semillera y primera agroquímica del orbe con sede en Suiza)[27].

        Dichos actores empresariales comenzaron a experimentar bajo la tutela de la USDA o en íntima vinculación, en la "mejora" de semillas y en el desarrollo de agroquímicos (resultado de la reconversión de la industria química que, durante la Segunda Guerra Mundial se había enfocado casi exclusivamente a la producción de armas químicas -caso espectacular de Monsanto, inventora del agente naranja, entre muchos otros-)[28]. El resultado fue la selección, hibridación y, como última novedad (desde fines de la década de 1970 a la fecha), el diseño genético de las mismas[29].

        La promoción de semillas híbridas o mejoradas (pero no diseñadas genéticamente o transgénicas), supuestamente más productivas, se hizo no sólo desde la esfera empresarial que las desarrollaba, sino también desde el gobierno de EUA y sus múltiples agencias, entre las que obviamente destaca el USDA. Rompiendo con la tradición de guardar las semillas de un ciclo productivo a otro, se difundió el uso de tales semillas, ahora adquiridas por los granjeros cada ciclo productivo. El "logro": "…para 1940 la mayoría de los granjeros o campesinos de EUA habían cambiado a semillas híbridas de maíz".[30]

        En semejante encadenamiento de eventos, EUA impulsó, en alianza particularmente marcada con el Banco Mundial (BM), lo que se le conoce como Revolución Verde (RV). Aunque de fondo se trataba de darle impulso a su empresariado semillero y agroquímico ya fuertemente consolidado, la RV se vendió bajo la idea de "ayudar al Sur en sus problemas agrícolas"; casualmente a través de la difusión de semillas mejoradas o HYVs -high yielding varieties-, mismas que requerían, "para un mejor resultado", el uso de agroquímicos que desarrollaban sus mismas multinacionales o filiales. El desenlace de la RV ha sido la degradación y contaminación de los suelos (a causa del uso masivo de agroquímicos); la pérdida de la diversidad genética de las especies cultivadas (como resultado de la homogenización de la variedad genética de las semillas al estandarizarse el uso de las HYV); entre otras consecuencias de carácter ecológico, sin mencionar las de orden social.

        Llama la atención que ya desde los sesentas del siglo pasado, Carson corroborara que "…nos han dicho que el enorme uso de los plaguicidas es necesario para mantener la producción agrícola. Pero nuestro problema real ¿no es de superproducción? Nuestras granjas…han rendido tan asombroso exceso de cosechas, que el contribuyente norteamericano pagó en 1962 más de un millar de millones de dólares para sostener el costo del programa de almacenaje del excedente de alimentos."[31] No sorprende entonces que hasta la fecha EUA tenga un programa permanente de financiamiento para incrementar la capacidad de almacenaje de alimentos (el Farm Storage Facility Loan Program), que para finales de 2001 alcanzó una capacidad de los 8.42 millardos de bushels (229, 153, 668 toneladas)[32].

        El desarrollo tecnológico impulsado por la cúpula empresarial agrícola no se detiene ahí. El hecho de que en la práctica no hay nada que detenga a los granjeros de usar semillas mejoradas y luego guardar algunas de segunda generación para el siguiente ciclo, obligó a desarrollar variedades híbridas que perdieran rápidamente sus cualidades "positivas" de una generación a otra. Bajo este rumbo tecnológico, la fantasía de controlar biológicamente el negocio agrícola lo trajo el avance de la biotecnología. El desarrollo de semillas genéticamente modificadas (OGMs) abrió las puertas para el diseño de semillas estériles; de procesos regulables (como de germinación, floreo, etc) mediante agroquímicos o "aditivos" que la misma multinacional produce; entre otras características con gran potencial comercial como lo son el retraso del periodo de maduración del "producto", niveles más altos o más bajos de agua, aceite, fibra, etcétera[33]. Los OGMs, aunque controvertidos por la incertidumbre y los riesgos que conlleva su uso (tanto en términos económico-sociales, ambientales y de salud), hasta el 2002, su avance llegaba al 16% del total del área mundial, plantada con cuatro especies básicas (58% de soja, 12% de maíz, 12% de algodón y 7% de canola). Las 1370 patentes registradas hasta finales de 1998, según datos de la US Patent and Trademark Office, correspondían a 30 solicitantes. De éstas, 74% correspondían a 6 multinacionales: Monsanto/Pharmacia (287), Dupont (279), Syngenta (173), Dow-Cargill (157), Aventis (77) y Grupo Pulsar (38).

        Según Wood Mackenzie, analista de la industria, estima que en 1999 Monsanto/Pharmacia (EUA) acaparó el 80% de todas las ganancias del mercado de agrobiotecnología, mientras que Aventis (Francia) obtuvo 7%, Syngenta (Suiza) 5%, BASF (Alemania) 5% y Dupont (EUA) 3%. A dichas ganancias habría que agregarle las generadas por la venta de semillas mejoradas (híbridos), donde se colocaría en el primer renglón DuPont seguida por Monsanto/Pharmacia y Syngenta[34].

        Como puede verse, el negocio de las multinacionales está tanto en un lado del Atlántico, como en el otro, lo que indica que en el siglo XX, Europa vivió procesos de consolidación y concentración de la cúpula empresarial agrícola, relativamente similares a los estadounidenses. Claro está que las raíces añejas de terratenientes y, en su entonces, nacientes capitalistas agrícolas, su cruzamiento de intereses, camaradería, competencia y contradicciones, resultan mucho más intrincadas en el viejo continente, lo que le da peculiares características que en una revisión tan general como la presente se pierden de vista.

        La evolución del sistema capitalista de producción agrícola, de sus correspondientes estructuras sociales y de la obligada y constante competencia intercapitalista entre los "viejos" y algunos "nuevos" actores (rápidamente absorbidos por los primeros), ha forzado el desarrollo de tecnologías más efectivas para controlar y garantizar el negocio privado del agro. Ello redefine y reacomoda la posición de los actores involucrados, al tiempo que se fortalecen y/o se establecen nuevas relaciones de poder. Mientras, del otro lado de la moneda, el agricultor dramáticamente viene perdiendo constantemente funciones. La ruralidad se convierte en espacio del agrobusiness, ahora basado ya no sólo en la mecanización; sino también en los agroquímicos, la informática, los sistemas de riego de última generación, la integración vertical de cadenas agroalimentarias y las últimas innovaciones biotecnológicas. Es un escenario en el que llama la atención el pronunciamiento de Richard Oliver, CEO de DuPont cuando, con amnesia histórica nos informa que las innovaciones biotecnológicas (OGMs y demás) se perfilan como la segunda revolución verde; una revolución tecnológica, agrega Oliver, en la que, "…la carrera entre las multinacionales bioagrícolas no es solamente una carrera económica, sino más bien una carrera por la vida."[35]


CONSIDERACIONES FINALES

        En base a la presente reflexión sobre el desarrollo tecnológico, se puede decir, sin temor a equivocarse, que el hilo conductor de ese proceso ha sido fundamentalmente el interés privado de la cúpula empresarial agrícola. En tal sentido, podría apresuradamente asumirse, que toda esa tecnología expoliadora del medio social y natural del agro es mala. Por ello, es central aclarar, como Kranzberg indica, que "la tecnología no es buena, ni mala; más bien es neutral". Pero lo anterior debe entenderse, retomando las palabras de Veraza, como el hecho de que, "…los objetos resultantes del desarrollo tecnológico o valores de uso no contienen un telos, una finalidad o un sentido inmanente, por lo que sus formas orgánicas son objetivamente teleológicas (adecuadas a fines vitales), de suerte que la finalidad de las fuerzas productivas sociales inmanentemente es humana y sirven para el desarrollo universal de la humanidad en tanto que sirven para la satisfacción de necesidades[36]".

        Kranzberg señala, entre otra de sus leyes[37] , que "la tecnología es una actividad humana, y por lo tanto también lo es la historia de la tecnología". De ello se puede derivar que la esencia de ese proceso humano en-activo, de transformación de la naturaleza, queda impregnada de la lógica del sistema de producción que se trate; de la finalidad para la que es desarrollada. Lo anterior explica por ejemplo, el por qué se ha optado por el desarrollo de OGMs con características que favorecen en primer lugar a la industria semillera y procesadora de alimentos; y no por la investigación y propagación de tecnologías agroecológicas complejas, u otras ambiental y socialmente armónicas[38].

        Desde la perspectiva social, es claro que lo privado se antepone a lo colectivo, por lo el mercado como mecanismo capitalista "socializador" de la producción, viene ensanchando la brecha entre pobres y ricos, y agudizado el exterminio por inanición de aquellos clasificados en la "extrema pobreza". Ante tan impresionante y particular desarrollo tecnológico, con los alimentos pudriéndose en las bodegas -si así indica el mercado a la clase empresarial agrícola que es la mejor opción-, las estructuras sociales modernas, no son otra cosa que la configuración de una verdadera guerra de clases, donde lo que está en juego es el alimento y por lo tanto la existencia de una buena parte del sujeto social del orbe; no se diga la del medio ambiente. Si "toda la historia es relevante, pero la historia de la tecnología lo es aún más", como dice Kranzberg; eso es prominente, en la medida en que, si bien no todas las versiones de la tecnología desarrollada y controlada por el capital son apropiadas para ser usadas por la revolución social (que debe incluir la conservación del medio ambiente), tampoco lo son todas rechazables.

        Por lo aquí expuesto, considero pues, que identificar e indagar en la historia de la cúpula empresarial en relación al papel que juega en el desarrollo los medios de producción, es fundamental para pensar seriamente en cualquier alternativa económica, social y ambientalmente mejor.


Notas

[1] Stine y Tarr. "At the intersection of histories". Technology and Culture. The Society for the History of Technology. Vol. 39. No. 4. EUA, 1998: 610.
[2] Dumas suscribe que, "…la moderna producción industrial está determinada por la aparición de estructuras de sociales". Desde luego, crecientemente explotadas por las clases que han acaparado los medios de producción y, que por lo tanto, detentan un poder. (Véase Dumas, Maurice. Histoire Générale des Techniques. Presses Universitaires de France, 1968)
[3] Aunque Rousseau es el primero en usa la palabra modernista en el sentido en el que se usará en los siglos XIX y XX, no es hasta principios de esa época, cuando Marx señala que el mundo moderno , contexto en el que vivimos y que nace con el capitalismo, surge de la expropiación de los medios de producción, separando a éstos del trabajador.
[4] Fusell, G.E. "La Revolución Agrícola, 1600-1850" en Kranzberg y Pursell. Historia de la Tecnología: la técnica en Occidente de la Prehístoria a 1900. Vol. Primero.Gustavo Gili. España. Pp. 147.
[5] Ibid. 147.
[6] Ibid. 149.
[7] Ibid: 152.
[8] La Ransomes Company (Inglaterra) se dedicó a la producción de arados de hierro y otras herramientas para la agricultura. A la rápida expansión de la empresa, gracias a las patentes que monopolizaba, le siguió la depresión de principios del siglo XIX lo que la llevó a diversificarse en construcción de puentes (en los años de 1820), cegadoras (1839), molinos, partes de trenes como sillas, cinturones, etcétera (de 1840 a 1869 cuando esa división de la empresa se separó bajo el nombre de Ransome and Rapier), e incluso, en las primeras instalaciones de gas doméstico. Para 1849 la compañía ya contaba con más de 1000 empleados registrados. En el mismo periodo experimento la producción de máquinas de vapor, exhibiendo una maquina de vapor portátil en la Royal Agricultural Society en 1841 y el año siguiente un prototipo de automovimiento. Fabricó la primera máquina de tracción en la década de 1860. A partir de entonces se convirtió en una de las principales productoras de maquinas de vapor portátiles, estacionarias y de tracción; exportando el grueso de su producción a países como Rusia, Australia y Sudamérica. Entre 1920 y 1930 la compañía se dedicó a la producción de camiones eléctricos y a un innovador tractor de pequeñas dimensiones, mismo que tuvo un fuerte éxito hasta 1965. Durante la Segunda Guerra Mundial, Ransomes manufacturó armas y aviones. En 1954 comenzó a producir cosechadoras. En 1989 la división completa de accesorios agrícolas fue vendido a Electrolux (Suecia), fusionándose con su subsidiaria Overum (las ventas actuales del Grupo Electrolux son mayores a los 14 mil mdd). Ransomes se enfocó entonces a la producción de cegadoras. Para 1998 Textron Inc., una multinacional estadounidense con ventas de más de 11 mil mdd, absorbió lo que quedaba de Ransomes.
[9] Alude al sistema de rotación de cuatro etapas. Fue popularizado por Turnip Townshend y Thomas Coke quienes lo introdujeron en las granjas de Norfolk, de ahí su nombre.
[10] Ibid: 157.
[11] Ibidem.
[12] Ibid: 161.
[13] Citando a Marx en sus Manuscritos del ´44: "El derecho del terrateniente se deriva, en sus orígenes, del robo (Say, t. I. Pág. 136)....y exigen una renta incluso por el producto natural de la tierra (Smith, t. I, pág. 100)". (Marx, Karl. "La Renta de la Tierra". Manuscritos económico-filosóficos de 1844. En Marx y Engels, MARX, escritos de Juventud. FCE. Pág. 583. Primera edición. México, 1982.)
[14] Marx, Karl. El Capital. Tomo III. Vol. 8. Libro Tercero. Capítulo XXXVII, "La transformación de la Plusganancia en renta de la tierra" . Pág. 815. Siglo XXI. Tercera edición en español. México, 1984.
[15] Fusell, Op cit: 161.
[16] Cardwell, Donald. Historia de la Tecnología. Alianza Editorial: 113-114.
[17] Ibidem.
[18] Zinn, Howard. La otra historia de los Estados Unidos. Las otras Voces. 1999: 78.
[19] Ibid: 252.
[20] Ibid: 192.
[21] Ibid. 252.
[22] Ibid. 253.
[23] Fitzgerald, Deborah. "Mastering Nature and Yeoman: agricultural science in the twentieth century". En Krige y Pestre. Science in the Twentieth Century. Capítulo 36. Harwood Academic Publishers. Francia.
[24] Ibid: 702.
[25] Ibid: 703.
[26] Ibid: 703-704.
[27] Para el ranking de multinacionales de los "bionegocios" véase: www.etcgropu.org
[28] Véase: Sánchez Ron, José Manuel. El poder de la ciencia. Alianza Editorial. España, 1992. Pp. 219-232. Delgado, Gian Carlo. La Amenaza Biológica. Plaza y Janés. México, 2002. Pp. 317-347.
[29] Conocidas como semillas genéticamente modificadas o transgénicos, son "innovaciones" biotecnológicas que parten de la aplicación comercial de técnicas de ingeniería genética. En términos generales, se diseñan las cualidades biológicas de plantas o animales, desde su estructura molecular, celular y genética.
[30] Fitzgerald, Op cit: 706.
[31] Carson L., Ráchale. Primavera Silenciosa. Crítica-Drakontos. Barcelona 2001: 20-21.
[32] http://www.nass.usda.gov/ky/B2002/p41.pdf
[33] Consúltese Delgado, 2002. Op cit. Pp. 263.
[34] RAFI, "Semillas Transgénicas: ¿Sólo un frenazo o ya cayeron al vacio?", Geno-Types / RAFI. 21/01/2001
[35] Oliver, Richard W. The Coming Biotech Age. Mc Graw-Hill. Nueva York, 2000. Pp. 177.
[36] Veraza Urtusiastegüi, Jorge. Para la Crítica de las Teorías del Imperialismo. Itaca. México, 1987: 53-54.
[37] Melvin Kranzberg identifica seis leyes respecto a la historia tecnología: 1) La tecnología no es buena ni mala; más bien es neutral. 2) La invención es la madre de la necesidad. 3) La tecnología viene en paquetes grandes o pequeños, niveles en los que puede conservar íntegramente el mismo grado de complejidad. 4) A pesar de que la tecnología puede ser un elemento primario en muchos asuntos públicos, los factores no-técnicos tienden a preceder en las decisiones de política sobre desarrollo tecnológico. 5) Toda la historia es relevante, pero la historia de la tecnología es la más relevante. 6)La tecnología es una actividad humana, y por lo tanto también lo es la historia de la tecnología. (Véase Kranzberg, Melvin. Technology and Culture. No. 27. EUA, 1986: 544-560).
[38] Consúltese Delgado, 2002. Pp. 257-283.
[*] Economista mexicano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Autor de La Amenaza Biológica: mitos y falsas promesas de la biotecnología. Plaza y Janes. México, 2002. Actualmente realiza sus estudios de postgrado en la Universidad Autónoma de Barcelona con el auspicio de la Agencia Española de Cooperación Internacional.

Gian Carlo Delgado[*]

Universidad Autónoma de Barcelona

 

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