El pronunciamiento del Palmar lo debía protagonizar el Ejército expedicionario de Ultramar, el 8 de julio de 1819. Este Cuerpo expedicionario se mandó formar cuatro años antes, el 9 de mayo de 1815, para restaurar la soberanía de Fernando VII en los territorios rebeldes de América. A finales de 1816 se le reunía en la zona de Cádiz, en cuya bahía fondeaba la escuadra que le serviría de transporte. De haber partido hacía su destino esta expedición, quizás, hubiese sido una más de las que ya se habían formado con el mismo fin. En cambio, parte de sus unidades se sublevaron con éxito el primero de enero de 1820, lo que sirvió de detonante para la propagación de una revolución, que reinstauró el régimen constitucional
[1].
Pero, meses antes del pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan, tuvo lugar otro episodio, preludio del 1 de enero siguiente. En el Puerto de Santa María se concentraron, durante los primero días de julio de de 1819, quince de los veintitrés cuerpos que componían la fuerza expedicionaria. También, el día 8, fueron arrestados multitud de jefes y oficiales de nueve de aquellos cuerpos y de la Plana Mayor del Ejército. Además, se extendieron otras órdenes de arresto contra militares, y de prisión contra paisanos que no se encontraban en aquel lugar[2].
Los pronunciamientos y conspiraciones que venían produciéndose en España desde 1814, respondían a la delicada situación política del país. Los liberales fueron proscritos a la vuelta de Fernando VII de su cautiverio en Valençay, y alentaban estos movimientos, cuya finalidad era cambiar el régimen político existente, para lo que tenían que obligar al rey[3].
En 1819, los liberales usaban una red de sociedades secretas, muy útiles para la conspiración política. Sobre ellas hay opiniones diversas: Christiansen sugiere que eran un medio con el que se pudo preparar un levantamiento; Artola pone el acento en la politización de las "logias" y su uso conspirativo, sin atribuirles conexión alguna, ni la posibilidad de planear en su seno un pronunciamiento; por último, Comellas escribió que, desde años antes, la masonería fue el soporte de la mayoría de las conspiraciones que se habían producido hasta 1820, pero, entre aquellas, no incluyó la que se va a tratar aquí[4].
En este trabajo se propone una síntesis de las versiones expuestas. Ya que, en la concepción y el planeamiento del pronunciamiento del Palmar, tomo el nombre del lugar del Puerto de Santa María donde se produjo, se usaron las "logias" existentes en algunos cuerpos militares. También, otras formadas por militares y civiles, muy politizadas, que adoptaban, todas ellas, un aspecto pseudo masónico. Estas sociedades secretas se relacionaban entre sí, configurando una trama, y en ellas se gestó el primer levantamiento del Ejército expedicionario.
En las páginas que siguen, se plantean algunas de las causas que produjeron el fracaso del pronunciamiento, del 8 de julio de 1819, mediante el que se debió reinstaurar un régimen constitucional. Así mismo, se pone de manifiesto que éste intento estuvo ligado al de Riego: los dos fueron sostenidos por un único esfuerzo conspirativo y protagonizados por la misma fuerza militar. Para ello, se apuntarán algunos datos que avalen esta afirmación, extraídos de la Sumaria abierta tras el fracaso del 8 de julio. Por otro lado, se contrastarán algunas de las informaciones, sacadas de aquella Sumaria, con las que contienen las Memorias de Antonio María Alcalá Galiano, que han servido en gran medida para reconstruir aquellos hechos, y que habría que matizar, e incluso, en algún caso, corregir.
Se considera aquí que, el principal fautor y desencadenante de la represión del 8 de julio, fue el mariscal de campo Pedro Sarsfield, quien influyó en gran medida en la decisión del jefe del Ejército expedicionario, Enrique José O´Donnell, conde de La Bisbal. Éste, desde marzo o abril de 1819, permitía la propagación de una conjura entre los cuerpos de su ejército, y pudo decantarse tanto por encabezar la sublevación, como por someterla[5].
En la sucesión de los eventos, que terminaron con el sometimiento de los cuerpos que se iban a pronunciar, hay que tener en cuenta, además de aquellos meses, otros dos importantes jalones temporales: el 23 de junio y el 7 de julio. La primera fecha indica el momento en que el conde de la Bisbal se decidió, manifiestamente, por la represión del pronunciamiento. Antes de aquella, había primado cierto recelo mutuo entre las partes implicadas: Sarsfield, el conde y los conspiradores. Entre ambas fechas, el conde de La Bisbal y Sarsfield prepararon una estrategia represiva, mientras que los conjurados ultimaron el pronunciamiento. Y a partir del 7 de julio, comenzó la ejecución de la represión. Por otro lado, además de la secuencia temporal, habrá que tener en cuenta el juego de relaciones cruzadas, casi de novela de intriga, entre los protagonistas ya citados.
1. Los antecedentes del 8 de julio de 1819
Tras esta somera introducción y para explicar la llegada del mariscal de campo Sarsfield al Ejército, parece adecuado situarse, en un principio, en Madrid, a finales de mayo de 1819. En la Corte ya se desconfiaba de la actitud del conde de La Bisbal, sin duda por los informes que se recibían de la zona de Cádiz. Aquel, seguramente para salvaguardar su posición, como se verá, y sin contar con el ministro de la Guerra, enviaba sus oficios a Fernando VII directamente. En ellos le hacía participe del peligroso estado de ánimo en el que se encontraban las tropas destinadas a Ultramar: no estaban muy resueltas a embarcarse. El ministro de la Guerra debió enterarse de estos informes a través del rey, cuando por la posición que ocupaba, a él debían haberse remitido en primera instancia. Se puede decir entonces, que durante aproximadamente dos meses, se estuvo extendiendo la trama por los cuerpos expedicionarios con el consentimiento de su General en Jefe, y se puede presumir por otros indicios que incluso desde antes[6].
Las Memorias de Alcalá Galiano se hacen eco del estado de "miedo" e incertidumbre en que, por aquellas fechas, el conde de La Bisbal mantenía al gobierno y al rey. Y en relación con esta obra se debe observar que, como fuente historiográfica, está expuesta a la subjetividad del autor y, en ocasiones, a la posible inexactitud de sus recuerdos. Por lo que, a veces, no se exponen los acontecimientos con la precisión que debieran[7].
Así las cosas, se tenía que destinar un nuevo general al Ejército, para ocupar el mando vacante de una división. El designado fue el mariscal de campo Pedro Sarsfield, quien manifestó al poco tiempo de su incorporación, que "sus achaques" no le permitirían pasar a América, y precisamente ese era el destino de la expedición. Esta declaración de intenciones y su actuación posterior, dan pie a pensar que el gobierno y el rey pudieron enviar a un general de su confianza, con suficiente prestigio entre las tropas acantonadas en la zona de Cádiz, para evaluar la situación real, independientemente de que pudiera continuar o no en su destino[8].
Sarsfield, que se encontraba en Cataluña, se despidió de las autoridades de Barcelona exteriorizando su adhesión al rey y su buena disposición para cumplir los designios del soberano. Antes de llegar a Cádiz, donde debía presentarse al conde de La Bisbal, se detuvo en Jerez el 21 de mayo, supuestamente enfermo, y permaneció en esta ciudad excusándose con su mal y su posterior convalecencia. Existe un vacío informativo que abarca los periodos de afección y recuperación de Sarsfield. Da la sensación de que no ocurrió nada en ese tiempo, pero hacía ya más de tres meses, que los conjurados captaban adeptos en los cuerpos expedicionarios y pudo apreciar el ambiente que existía tendente a la subversión. Además, escucharía los, para él, negativos y alarmantes rumores que corrían respecto al conde de La Bisbal. Por ello, no resulta extraño que una vez recuperado a principios de junio, no se presentase a su superior hasta el mes siguiente[9].
Por los motivos que se apuntarán más adelante, los miembros de la dirección de la conjura intentaron atraerle y, a partir del día 9 de junio, tuvieron lugar los primeros contactos. Ese mismo día, sobre las siete de la tarde, el mariscal de campo recibió la visita de dos subordinados, antiguos compañeros de armas durante la guerra de la Independencia y miembros de las sociedades secretas: el coronel Antonio Roten y el teniente coronel José Grases. Durante el transcurso de las tres o cuatro horas que estuvieron conversando, en un principio, debieron sondear a Sarsfield para, acto seguido, valorar la posibilidad de atraerlo a la conjura. Quizás, por la buena disposición que notaron, le descubrieron que existía una conspiración dentro del Ejército cuya finalidad era sublevarlo[10].
Por otro lado, la razón de aquel primer encuentro se ha explicado según la versión de las Memorias de Galiano: dijo que fue el mismo conde de La Bisbal quien había convencido a la dirección de la conspiración, sobre la necesidad de que Sarsfield participase en el levantamiento. Pero, más bien, eran los propios conjurados quienes tenían un marcado interés en captar a Sarsfield. Lo que parece más probable, vistos los testimonios de los protagonistas de aquellos sucesos y teniendo en cuenta las imprecisiones que se han apreciado en la versión tradicional[11].
Es significativa esta primera reunión porque, contrariamente a lo que se podría deducir de otras opiniones, se pone de manifiesto que, de algún modo, los conjurados tenían la certeza de que Sarsfield les recibiría y escucharía su propuesta. Hay que hacer notar que los dos comisionados lucharon en la guerra de la Independencia junto al mariscal de campo. De otra manera, resultaría sorprendente que, en la primera entrevista, inesperada para el general y, en todo caso, arriesgada y comprometedora para los dos conjurados y para el proyecto conspirativo, se declarasen unas intenciones que debían permanecer en el mayor secreto, hasta no tener la máxima confianza de que el resultado de la gestión seria positivo. Prueba de la aceptable acogida que tuvieron los dos agentes mencionados, fue que quedaron en verse al día siguiente para seguir hablando del asunto, en esta ocasión con quien era un agente destacado por la dirección de la conjura, el coronel Bartolomé Gutiérrez Acuña[12].
Efectivamente, el 10 de junio sobre las once de la mañana, se presentaron Roten, Grases y Gutiérrez, quien le propuso abiertamente que se adhiriese al proyecto de sublevación. Pero en esta ocasión, Sarsfield se resistió y argumentó contra la proposición que se le hacía. Rehusó participar y recordó a sus contertulios su actuación como Comandante General de Aragón, durante la guerra de la Independencia: no había permitido entonces que jurasen la Constitución, ni los componentes de su división, ni los habitantes de los pueblos de su distrito, mientras estuvo al mando. De todas formas, no debió mostrarse muy contundente, porque el único efecto de su discurso fue que Gutiérrez se marchó contrariado, aunque continúo visitándole posteriormente. Así, entre los conspiradores había quienes podían tener alguna noción de las opiniones políticas de Sarsfield, que como se ha podido apreciar, hasta ahora, siempre habían sido formalmente opuestas a la Constitución de 1812. Pero el que se hubiese mostrado contrario a ésta, no indica que no fuese partidario de alguna otra opción política tendente a la apertura del régimen. En todo caso, una muestra de que Sarsfield quería agradar, es que ¡durante seis horas!, continuaron hablando sin Gutiérrez[13].
En lo que respecta a la relación de Sarsfield con el conde de La Bisbal, aquel no fue personalmente a verle, hasta estar seguro de que su presunta lealtad al rey no tenía vuelta atrás. Como ya se ha dicho, pasado más de un mes desde su llegada al Ejercito. Para el conde, la aparición de Sarsfield suponía la introducción en la escena de un nuevo elemento, del que podía sospechar que no era partidario en absoluto del proyecto de sublevación. Así, su posición se había desequilibrado: podía ser denunciado y correr la misma suerte que Lacy. El mariscal de campo también influyó en la relación del conde con la Corte pues, curiosamente, siete días después de que Sarsfield llegase a Jerez, el conde escribió por primera vez directamente al rey, siendo probable que los oficios que enviaba respondiesen a sus propios intereses. Y es que respecto al monarca y al gobierno su situación también era delicada. De esta manera, la presencia de Sarsfield en la zona se perfila decisiva, y pudo provocar el giro de ciento ochenta grados en la determinación del conde de La Bisbal[14].
No obstante, se pueden encontrar otras razones para este cambio de postura. Entre ellas podría apuntarse la cuestión política. Dentro de la conjura debían existir varios grupos de opinión, diferenciados por su radicalidad, que no estarían de acuerdo en el sistema político que debería regir, una vez triunfase el pronunciamiento. Primero, quienes ya eran privilegiados no aceptarían la opción revolucionaria que suponía la Constitución de 1812 y pretenderían reformar el régimen moderada y pausadamente. En segundo lugar, los conjurados liberales podían ser partidarios de la Constitución en mayor o menor medida. Y por último, había un sector más radicalizado, e incondicional de aquella carta constitucional. De cualquier manera, los liberales demostraron ser suficientemente prácticos, en un primer momento: para poder hablar de opciones políticas, había que dar un paso fundamental, como era conseguir el medio de presionar al rey, para imponerle sus condiciones. El sector que adoptó esta postura y, además, realizó lo necesario para conseguir sus fines, fue el más radicalizado, el que finalmente, el 1 de enero de 1820, impuso la anterior carta constitucional, aceptándose después por otros grupos los hechos consumados[15].
Y hasta aquí se pueden realizar dos afirmaciones, primero, que es evidente la existencia de un juego conspirativo a tres bandas en el que el interés, tanto de los liberales más pragmáticos, como del conde de La Bisbal y de Sarsfield, era controlar la situación y manejar a las otras partes. En segundo lugar, que ya se debiese a una u otra razón el cambio de talante del conde de La Bisbal, su actitud no pasó desapercibida para los conspiradores, que notaron su indeterminación[16].
Retomando el hilo de los acontecimientos, el 18 de junio, Sarsfield debía tener ya una idea más o menos clara de la situación y comenzó a tantear al conde. Le escribió la primera de una serie de cartas, que encabezó con un "Mi querido General". En ella denunciaba las proposiciones que le habían hecho los conspiradores. Al mismo tiempo, por si aquel estaba implicado, comenzó a formar un partido y una fuerza con la que oponerse a una hipotética sublevación. El día 21, aún no había recibido respuesta del conde de La Bisbal y se vio obligado a amenazar veladamente a su superior. Le envió una segunda misiva, que no encabezó con fórmulas de subordinación, ni aún de cortesía, lo que mostraba su desaprobación por el silencio que mantenía. En ella, le informó de la existencia de un partido contrarrevolucionario y le planteaba que podía contar con él de forma incondicional para someter a los conjurados, pero de otro modo, dejaba entrever que su oposición era clara[17].
Esta noticia debió ser terrible para La Bisbal. Si se decidía a encabezar la sublevación, se le opondría parte de su propio ejército. La sorpresa y el secreto en que debía mantenerse la conjura habían desaparecido. Tenía que tomar una decisión inmediata que, para Sarsfield, ya había tardado demasiado: un buen militar fiel al rey, en un asunto de este talante, tenía que evitar la subversión y cumplir la misión encomendada, sin inmiscuirse en absoluto en los asuntos políticos, que debían discurrir por otros cauces.
Consecuencia de lo expuesto, fue la respuesta que recibió Sarsfield el día 23 de junio, que marca un punto de inflexión en el desarrollo de los acontecimientos. El General en Jefe se alineaba con su postura y le pedía que se introdujese en la trama, para averiguar lo que pudiese en beneficio de la represión. Sarsfield le respondía el día siguiente, con una carta más extensa y distendida que la anterior, la que encabezó con un desahogado "Mi amado General". En ella, aceptaba la proposición del conde y le ponía al corriente de parte de sus gestiones para contrarrestar la rebelión: había reunido ya sus partidarios y tenía preparado un plan de operaciones para evitar el levantamiento[18].
Desde el 23 de junio se abre, pues, un nuevo episodio en las relaciones, tanto de Sarsfield con el conde de La Bisbal, como de aquel con los conspiradores, en el que se inscribe lo que sucedió a continuación. Gutiérrez Acuña no había dejado de visitar al mariscal de campo en su intento de atraerle a la conjura. Sobre el 24 ó 25 de junio, le presentó a Moreno Guerra, que en representación, según él, de gran parte de la población de Cádiz, pidió que les ayudase a restituir el sistema de gobierno constitucional, a lo que naturalmente, en esta ocasión estuvo dispuesto. Esta entrevista proporciona la pista necesaria para conocer el papel que, en su caso, tenían destinado a Sarsfield: sustituir al conde de La Bisbal en el mando de las fuerzas rebeldes. No imaginaron que pudiera realizar el doble papel que interpretó, traicionándoles en última instancia. El párrafo que sigue, en el que se transcribe parte de la conversación mantenida con Moreno Guerra, hace pensar que los más interesados en atraer a Sarsfield eran los conjurados y no el conde de La Bisbal como se ha dicho[19]:
"[Moreno Guerra vino a...] solicitar que cooperase en cuanto estuviese de mi parte al restablecimiento de la Constitución Española y convocación de los Diputados en Cortes, según la forma conocida y aprobada por la nación [clara alusión a la Constitución de 1812]; que a este fin estaban dispuestos los pudientes de Cádiz a sacrificar sus vidas y caudales, y que la mayor parte del Ejército estaba igualmente decidido a sostener este partido. Añadió que el conde del Abisval [así es como firmaba el conde y no en la forma como se escribe actualmente] parecía inclinado a favorecer el proyecto, y que algunas personas que indirectamente se lo habían propuesto quedaron de cierto modo satisfechas, pero que a fin de averiguar el resultado de un modo indudable sería conveniente que yo [Sarsfield] me previniera para tomar el mando del Ejército, supuesto el caso que el Conde fuese al fin de un parecer contrario [...]"[20].
Así, desde la entrevista con Moreno Guerra, para los conjurados, Sarsfield era uno más de ellos, aunque no participase en las reuniones de las sociedades secretas y se enterase de los avances del proyecto, fundamentalmente, por Gutiérrez y Grases.
A finales de junio, el conde de La Bisbal realizaba difíciles equilibrios entre la Corte, Sarsfield y las sociedades secretas. Ante todos ellos debía mantener su credibilidad. Respecto al rey y al gobierno su situación era cada vez más precaria. El 2 de julio, sin que él lo supiese, se habían enviado dos informes que ponían en guardia al monarca sobre la conspiración y la inminente sublevación del Ejército expedicionario. Uno, lo remitió el Juez Civil de Cádiz a través del ministro de Gracia y Justicia, otro, el Capitán General del Departamento de Marina directamente al rey. En segundo lugar, con Sarsfield tenía que seguir preparando la represión de la inminente sublevación y mantener la imagen de que nada tenía que ver con la conspiración. Finalmente, respecto a los conjurados, no le quedaba más remedio que mostrarse irresoluto para ganar el máximo tiempo posible, antes de que decidieran pronunciarse.
Este fue el motivo de que sobre el 28 de junio, el marques de Campo Verde, que pertenecía a la trama, se entrevistase con el conde de La Bisbal. Seguramente intentaría convencerlo para que se pronunciase en los días inmediatos. Pero las posibles negociaciones no tuvieron éxito: el conde continuó en la situación anterior, pues meditaba ya como evitar el levantamiento sin quedar en evidencia ante el rey[21].
2. La represión del pronunciamiento del Palmar
A primeros de julio se produjo un gran descontento entre la tropa, cuando se supo que pronto embarcaría el primer contingente expedicionario. Los conjurados, queriendo aprovechar aquella circunstancia, se prepararon para actuar y decidieron asesinar al General en Jefe, si era necesario, y nombrar a Sarsfield nuevo jefe del Ejército. Éste, introducido en la trama, previno a su superior y le informó que el pronunciamiento era inminente. El conde tomó entonces una primera medida para evitarlo: pretendió separar los cuerpos del Puerto de Santa María enviándolos a cantones diferentes y alejados, pero sólo consiguió que adelantasen sus proyectos[22].
Después de recibir los jefes de cuerpo conjurados la orden de marcha, el día 6 de julio, se le hizo a Sarsfield la primera propuesta para tomar el mando de las unidades dispuestas a sublevarse. Querían pronunciarse aquella misma tarde, en el campamento de la Victoria. El mariscal de campo, intentando mantenerse en su papel de conspirador, se negó hasta conocer la decisión definitiva del conde de La Bisbal. También pretendía ganar tiempo para preparar a los cuerpos leales y coordinar las acciones represivas con su superior[23].
En la difícil situación en que se encontraba, teniendo que contemporizar con los conjurados, viajó a Cádiz y se entrevistó con el conde de La Bisbal ante Arco Agüero, que actuaba de lugarteniente de Gutiérrez. Los dos generales fingieron tomar medidas para acelerar el levantamiento. Después, a solas, y a pesar de que no se decidieron en aquel momento por ninguna acción concreta, perfilaron su plan represivo. Acto seguido, volvió al Puerto de Santa María para contener a los rebeldes. En una junta celebrada en la noche del 6 al 7 de julio, pudo convencer a los jefes de los cuerpos del cantón, de que el conde de La Bisbal se pondría al frente y debían esperar su llegada. Para estos, ese era el fruto de sus gestiones en Cádiz, y como señal de buena voluntad, retiró las ordenes de marcha que pesaban sobre sus unidades[24].
Esta demora fue fundamental en la estrategia represiva de los dos generales. Sarsfield la consiguió gracias a que los conjurados confiaban en él, aunque había levantado las primeras sospechas por su actitud anterior. Ahora tenía que mantenerla hasta el momento de la represión. El día 7 por la mañana alertó a los cuerpos leales y volvió a Cádiz para informar sobre la reunión mantenida durante la madrugada. Viajó después a Jerez donde se entrevistó con Gutiérrez, quien daba por hecho que el mariscal de campo tendría que tomar el mando, suplantando al conde de La Bisbal. Por ello, le puso al corriente de lo dispuesto para cuando se produjese el rompimiento, previsto ya para la madrugada del 7 al 8 de julio[25].
Aquella misma noche, Sarsfield recibió del conde un plan de actuación concreto: debía esperarle con la caballería adicta frente al campamento de La Victoria. Sobre las seis de la madrugada se encontraba en el punto indicado, con casi dos regimientos de jinetes, que formados en batalla, estaban dispuestos a cargar antes de que los rebeldes, que salían en formación, adquiriesen una posición ventajosa[26].
Por otro lado, sobre las ocho y media de la tarde del 7 de julio, el General en Jefe había partido hacía el Puerto de Santa María con la Guarnición de Cádiz. Antes tomó algunas medidas con ánimo de confundir a los conjurados: difundió que su salida era para proclamar la Constitución. Llegado a San Fernando se reforzó con un batallón de marina. En Puerto Real sometió al escuadrón de Artillería, que se preparaba para reunirse con los que se iban a pronunciar en el campamento de La Victoria. Después, continuó hacia el Puerto de Santa María[27].
Sarsfield, que como se ha dicho, se encontraba ya en la posición que el conde le había indicado, vio llegar a los batallones de Cádiz, por la retaguardia de los cuerpos que salían del campamento. Estos se encontraron entre dos frentes, con escasas posibilidades de salir airosos de un enfrentamiento. Los conjurados habían previsto la posibilidad de que el conde de La Bisbal se retirase del proyecto, pero jamás pensaron lo mismo de Sarsfield. Con escasas posibilidades de resistir, el brigadier Demetrio O´Daly, bajo cuyo mando se desarrollaba el movimiento de los cuerpos del campamento de La Victoria, Intentó hacer creer que respondía a la ejecución de un ejercicio cotidiano, programado el día anterior. Lo que, evidentemente, ambos generales sabían que no era cierto[28].
Acto seguido, fueron arrestados los jefes y oficiales que el General en Jefe consideró responsables de aquella sublevación. Y sobre las diez de la mañana los cuerpos del Puerto salieron hacia diferentes cantones, poniendo fin a este primer intento de pronunciamiento. La actitud pasiva que adoptaron los conjurados en el campo del Palmar, permitió que sobreviviese la mayor parte de la trama conspiradora y que no fuesen descubiertos sus planes. Gracias, también, a que el conde de La Bisbal no estaba dispuesto destaparla. La posterior investigación, controlada inicialmente por el conde, se centró en la búsqueda de las pruebas necesarias para inculpar a quienes él mismo había designado responsables de aquel acto. Con el paso del tiempo, se iría haciendo cada vez más evidente la existencia de una conspiración, pero, el periodo transcurrido había servido para que los conspiradores reconstruyeran su red, dañada el 8 de julio. Esto posibilitó que se proyectaran otros tres pronunciamientos en los meses siguientes, que no tuvieron tanto desarrollo como el del Palmar. Hasta que, por fin, el tesón de los liberales se vio compensado el de 1 de enero de 1820 en Las Cabezas de San Juan[29]
Conclusión
Para finalizar, se expondrán algunas conclusiones que se pueden extraer de este trabajo. Una de ellas, la más evidente, que es manifiesta la difícil situación política que se vivía en 1819. Entre las autoridades era habitual la desconfianza mutua. E incluso la situación del mismo rey comenzaba a estar al socaire de la tendencia política de sus generales. En esta ocasión, debido a una circunstancia que no se había dado hasta el momento, que tuvo la facultad de aunar voluntades en un esfuerzo común. Dicha propiedad consistió en que la mayor parte de las clases de menor graduación del Ejército expedicionario, estuvieron dispuestas a sublevarse junto a sus oficiales y jefes, en la mutua conveniencia de no embarcar. Lo que además, permitió a los liberales dar un contenido político a la sublevación y llegar al pronunciamiento que debía cambiar el régimen. También, las clases más populares se habían contagiado del germen del descontento, tras casi cinco años de gobierno absoluto y personalista que no había mejorado su situación. La mayor parte de la tropa asumió un papel activo, mientras que los habitantes de la zona de Cádiz adoptaron posturas diversas y en cualquier caso, esperaron acontecimientos, sin interferir el desarrollo de la patente sublevación.
En esta ocasión, del 8 de julio de 1819, no triunfó el pronunciamiento por la traición de quienes debían encabezarlo, que bien por miedo e interés, o por supuesta lealtad al monarca, acordaron reprimirlo tras un periodo de mutua desconfianza. En su transcurso, pudieron triunfar también los rebeldes, de haber escuchado a quienes sospechaban de ambos generales. La conclusión que extrajeron de este fracaso fue obvia: no se debía confiar en quienes ya tenían un puesto elevado en el régimen establecido, a quienes poco podían interesar cambios políticos y sociales que estimaban revolucionarios.
También, se puede concluir que, para el sector más radical de los liberales del Ejercito expedicionario, la única reforma posible del régimen pasaba por la constitución de 1812. Ésta Carta era su único referente, la que podía solucionar sus problemas. Tanto de los liberales, como de los oficiales ascendidos durante la guerra, y que con el absolutismo o con un régimen más moderado, no conseguirían sus propósitos de apertura de la institución, en la pretensión de tener una carrera en virtud de su mérito y no de su procedencia.
Sin duda son muchas más las conclusiones que se pueden extraer del breve periodo que han ocupado los hechos expuestos, que constituyen una pequeña muestra de los múltiples aspectos a tratar en este asunto. De todas formas, espero que este trabajo haya servido para realizar una aproximación a lo acaecido en estos meses centrales de 1819, por su trascendencia, fundamentales en la historia del reinado de Fernando VII, ya que, los acontecimientos de 1 de enero siguiente, son tributarios del intento del 8 de julio, que no se explicaría suficientemente sin conocer la conspiración del Palmar.
Notas
[1] Real Orden de formación del Ejército expedicionario: Vid. ARTOLA, Miguel, La España de Fernando VII, ed. Espasa, Madrid, 1999, p. 501. También: "A fines de 1816 comenzó a reunirse en torno a la ciudad de Cádiz un ejército expedicionario destinado a sofocar la rebelión de las provincias de Ultramar". Vid. COMELLAS, José Luis, Los primeros pronunciamientos en España 1814-1820, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1958, p. 307.
[2] La orgánica del Ejército expedicionario de Ultramar y los nombres de parte de los arrestados el 8 de julio de 1819 (ampliada respecto a las que ya se conocían), han sido publicados en soporte informático (CD): Vid. VARO MONTILLA, Francisco, L iberalismo Revolucionario y la gestación de un régimen constitucional: 1819 La Conspiración del Palmar, comunicación al congreso internacional Orígenes del Liberalismo, ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 2002.
[3] "El 24 de marzo de 1814, Fernando VII cruzó el Fluviá, límite entre las fuerzas francesas de Suchet y las españolas que mandaba Copons, Vid. MARTÍNEZ DE VELASCO, Ángel (y otros), Manual de Historia de España, Siglo XIX, ed., historia 16, Madrid, 1990, p. 93. Fernando VII realizó una dura represión, contra los liberales acusados de manifestarse a favor de la soberanía nacional y, por tanto, de atentar contra la soberanía del rey. Ibídem, p. 99. Por otro lado: "La conspiración insurreccional respondía a una estrategia política que pretendía reconquistar el aparato del estado para recuperar el poder y la hegemonía", CASTELLS, Irene, La utopía insurreccional del liberalismo, ed. Crítica, Barcelona, 1989, p. 4. También, Incluyo en este párrafo, quizás de forma inapropiada, el pronunciamiento de Espoz y Mina en Pamplona.
[4] "Para los mandos superiores disponían de la red de logias masónicas como medio de adoctrinamiento y conspiración [...]". Vid. CHRISTIANSEN, E., Los orígenes del poder militar en España 1800-1854, ed. Aguilar, Madrid, 1974, p. 25. También respecto a las sociedades secretas: "[...] la masonería [...] experimentará un profundo proceso de politización, que hará de ella -es lo único que parece probado- un simple centro de reunión para los conspiradores liberales. [...]". ARTOLA, o. c., p. 487. Comellas extrae del Archivo General de Palacio, folios 206 a 212: "Desde entonces la masonería tuvo un fin puramente político, y solo se trató de establecer la constitución. Las tentativas de Porlier, Lacy y otras muchas que estaban premeditadas, tuvieron su origen en las logias, y el movimiento del 8 de julio en el Puerto de Santa María fue enteramente masónico". Respecto a lo anterior, la nota 84 dice: "Se trata seguramente de una equivocación del autor. El 8 de julio de 1819 no estalló movimiento alguno; al contrario, fue descubierto, parcialmente, el que había de estallar al fin el 1 de enero de 1820" COMELLAS, o. c., p. 119.
[5] Según el último fiscal de la Causa del Palmar, "La idea de sedición comenzó a cundir en el Ejército de ultramar por marzo o abril de 1819, según el conde de La Bisbal (folio 261 1er. Cuaderno) en su declaración de 27 jul 1819". Dictamen del último fiscal de la causa del Palmar, 1831, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 7º. Por otro lado escribió Galiano: "[...] el conde de La Bisbal, en mengua de su reputación y perjuicio de su propio interés, desbarató el proyecto por él mismo formado y fomentado. Prendió a los jefes de los cuerpos que se hallaban en el campamento del Palmar [...]". Apuntes para servir a la historia del origen y alzamiento del Ejército destinado a Ultramar en 1 de enero de 1820, ALCALÁ GALIANO, Antonio María, Imprenta de Aguado y Compañía, Madrid, 1821, en Archivo General Militar de Segovia (en adelante AGM) , Sección 9º, Legajo 11, Cuaderno 4º, folio 705.
[6] El conde de La Bisbal había mandado varios oficios al rey, según el ministro Alós "[...] de fecha de 28 de mayo [...], 7 y 8 de junio y 2 y 6 de julio". Comunicación del Ministro de la Guerra a los fiscales, 4 de septiembre de 1.819, ibídem, Legajo 10, Cuaderno 2º, folio 310. General en Jefe era el cargo que ejercía el conde del La Bisbal, que tenía el mando del Ejército. Su graduación militar era de teniente general y junto a los mariscales de campo, graduación inmediatamente inferior que correspondería a los actuales generales de división, se les denominaba genéricamente "generales". También: "Hacía ya mas de un mes que yo había tolerado que el Coronel de Artillería D Manuel Gutiérrez residente con licencia en Jerez, y el Coronel Arco Agüero me hicieran las proposiciones más revolucionarias [...]". Parte del conde de La Bisbal al ministro de la Guerra, ibídem, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 6 a 13.
[7] "Noticias particulares de Madrid anunciaban, sin poderse dudar, que el Gobierno le odiaba [al conde de La Bisbal], le temía creyéndole su enemigo, aunque irresoluto, y que no procedía contra él por falta de atrevimiento [...]". ALCALÁ GALIANO, Antonio María, Memorias, Biblioteca virtual Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com, capítulo XXIX, párrafo sexto. En este sitio de Internet se encuentran las Memorias expuestas por capítulos, pero sin número de página, por lo que sólo haré referencia a estos y al párrafo dentro del capítulo indicado.
[8] "Ante un plano de América del Sur se quejo el general [Sarsfield] de que sus achaques no le dejasen pasar a América." Declaración de Roten, Castillo de San Sebastián, Cádiz, 13 de septiembre de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 2º, folio 127.
[9] Sarsfield manifestó "[...] brindé [...] con toda la efusión de mi corazón, por el Rey y reinstauración de su Soberanía en América". Certificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, ibídem, Cuaderno 1º, folios 99 a 111. Respecto a su enfermedad y convalecencia: C ertificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, ídem. El Teniente de Rey de Cádiz advirtió al conde de La Bisbal sobre los rumores "[...] que corrían en esta Plaza, respecto a que no querían embarcarse los cuerpos destinados a Ultramar [...]". Respuesta del Teniente de Rey de Cádiz, a los fiscales, Cádiz, 9 de septiembre de 1819, ibídem, Cuaderno 2º, folio 222. También, el Juez Civil "[...] supo que se hablaba en cafés y parajes públicos del disgusto que tenia la tropa en embarcarse y que podría dar lugar a alboroto [...]". Oficio del Juez Civil de Cádiz a los fiscales, 26 de septiembre de 1819, ibídem, folio 338. Desde la vecina ciudad de san Fernando llegaban noticias de que "[...] en el Batallón segundo de Cataluña [allí acantonado...] se hayan varios individuos de todas clases que descontentos con la suerte que les ha tocado de pasar a América manifiestan su disgusto de un modo escandaloso y subversivo [...]". Escrito muy reservado del conde de La Bisbal al brigadier Omlín, Cádiz, 5 de julio de 1819, ibídem, folio 235. A Puerto Real, en el camino de Cádiz a Jerez, se mandaron oficios al Comandante de armas, para que los jefes de cuerpo vigilasen a sus subordinados y procurasen enterarse de las conversaciones que mantenían en los lugares públicos. Oficio del conde de La Bisbal al brigadier Juan Manuel Carranza. 17 de junio de 1819, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3º, folios 488 a 508. Respecto a lo que se decía del conde de La Bisbal: "[...] el general no viene a la comedia y se han llevado chasco los que le esperan para celebrarle, palmotearle aplaudirle [...] por que ya esta decidido a no embarcarse". Declaración de Ignacio Rodríguez, Cádiz, 29 de septiembre de 1819, ibídem, Legajo 10, Cuaderno 2º, folio 181.
[10] Respecto a la primera entrevista de Sarsfield con los conspiradores: "Visitó a Sarsfield en Jerez como a los veinte días de su llegada [...]". Declaración de Antonio Roten, Castillo de San Sebastián, Cádiz, 13 de septiembre de 1819, ibídem, Legajo 10, Cuaderno 2º, folio 127. Los conjurados Roten y Grases "[...] quedaron para mas tarde [...] y después de oraciones marcharon a la visita [...]". Ídem. Durante la guerra de la Independencia Sarsfield y Roten estuvieron en la Vanguardia del ejército de Cataluña, donde el último fue "Gobernador del Frente de Francoli y de Orleáns". Ídem. "Conocía a Roten y Grases por haber servido a sus ordenes durante la guerra; no conocía ni siquiera de vista a Gutiérrez". Contestación de Sarsfield a un interrogatorio. Jerez de la Frontera, 31 de octubre de 1819, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3º, folios 498 a 508. Según Roten, en su declaración, de la que ya se ha hecho referencia, dice que salieron de la habitación de Sarsfield sobre las once de la noche.
[11] Según Galiano: "[...] el conde [...] expresó a los conjurados de su confianza que era necesario ganar a Sarsfield [...] En la misma opinión concurrieron, desde luego, todos cuantos estaban en lo más interno de la trama". ALCALÁ GALIANO, o. c., capítulo XXIX, párrafo cuarto. Continúa Galiano, "Fueron, pues, diputados a verse con el general, el coronel Grases, antes citado, el teniente coronel de artillería don Bartolomé Gutiérrez de Acuña, sus amigos antiguos, y don José Moreno de Guerra, uno de los del Soberano Capítulo [...]". Lo que se acaba de exponer es muy simplista y falto de rigor. Primero, no hubo una entrevista sino que fueron varias y sucesivas; en segundo lugar, a la que asistió Moreno Guerra no tuvo lugar hasta al menos el 24 de junio; además, no se menciona a Roten, a quien mejor conocía el general; y por fin, Gutiérrez, no sólo no era su amigo antiguo, sino que ni tan siquiera se conocían: "Conocía a Roten y Grases por haber servido a sus ordenes durante la guerra; no conocía ni siquiera de vista a Gutiérrez". Contestación de Sarsfield a un interrogatorio. Jerez de la frontera, 31 de octubre de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 11, Cuaderno 3º, folios 498 a 508.
[12] "[...] en el discurso de la conversación soltaron algunas expresiones relativas [...] a la coyuntura favorable que ofrecía la expedición de Ultramar para llevar a efecto un plan de revolución ya empezado". AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1º, folio 100...
[13] "[...] comparecieron en mi casa los referidos Roten y Grases, y [...] Bartolomé Gutiérrez". Ídem. "El lugar de residencia de estos debiera ser a su juicio el de destino [...] Pamplona, donde Gutiérrez era segundo jefe de artillería". C ontestación de Sarsfield a un interrogatorio de los fiscales, de 29 de octubre de 1819. Jerez de la Frontera, 31 de julio de 1819, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3º, folios 498 a 508. "[...] las ideas de revolución que abrigaban algunos descontentos y afectos al sistema constitucional, no eran las mismas que suponían generalizadas entre todos los españoles [...] Gutiérrez [...] Añadió que el momento de pronunciarse era el más favorable [...] les dije que sin duda habían formado de mi un juicio muy equivocado [...]". Ídem. Por otro lado, tras lo expuesto en el texto, resulta evidente que no es muy exacto lo que escribió Galiano: "[...] llegó de segundo general don Pedro Sarsfield [...] Nada se sabía de las opiniones políticas de Sarsfield, que acaso ningunas había formado tocante a si debía o no haber en España Gobierno popular, y que por sus hechos no había tenido ocasión de mostrarse ni parcial ni contrario de la Constitución caída [...]". ALCALÁ GALIANO, o. c., capítulo XXIX, párrafo cuarto. En primer lugar, Sarsfield no era el segundo al mando del Ejército sino el tercero, según dijo él mismo: "Se detuvo en el Puerto de Santa Maria a ver al segundo General en Jefe del Ejercito Fournas [...]". Contestación de Sarsfield a un interrogatorio, Priego de Córdoba, 25 de agosto de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 2ª, folios 20 a 23. Esto le rebaja un escalón en la posición que se le había dado y quita peso al argumento de quien le quería situar en un estatus más importante para justificar la necesidad de atraerle a la conjura. Respecto a sus opiniones políticas, como se ha mostrado, sí que podían tener noción de ellas Roten y Grases. C ontestación de Sarsfield a un interrogatorio de los fiscales. Jerez de la Frontera, 31 de julio de 1819, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3º, folios 498 a 508. Sobre la despedida de Gutiérrez: Declaración de Antonio Roten, Castillo de San Sebastián, Cádiz, 13 de septiembre de 1819, ibídem, Legajo 10, Cuaderno 2º, folio 127 y siguientes. También, Contestación de Sarsfield a un interrogatorio de 29 de octubre. Jerez, 31 de octubre de 1819, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3º, folios 498 a 508
[14] Según Alcalá Galiano: "[...] próxima a su fin la primavera de 1819 [...] El Gobierno, en Madrid, sabía algo de lo que estaba sucediendo en Andalucía, pero creía ponderado lo que le aseguraban del conde de La Bisbal, quien por su parte no dejaba de dar visos de que algo se tramaba; pero estando él tan bien enterado de las cosas, que cortaría la trama a su tiempo con su fuerte brazo".ALCALÁ GALIANO, Antonio María, Memorias, capítulo XXIX, párrafo segundo. Galiano probablemente no conoció la existencia de las comunicaciones que el monarca había recibido del conde y lo más seguro es que le llegasen las noticias desde Madrid con la reacción que producían en la Corte.
[15] Sobre la cuestión política hay un reciente trabajo de Claude Morange en el que opina que el texto constitucional que pretendieron imponer los sublevados del 8 de julio de 1819 no era el de 1812, sino otro más moderado. Vid. MORANGE, Claude, El programa político de la Conspiración de 1819, Trienio, nº 39, Mayo 2002, p. p. 31 a 46. Respecto a la opinión política del conde de La Bisbal y la de los liberales escribió Galiano: "[El conde de la Bisbal era partidario de...] que cumpliese [el rey] las promesas que a la nación había hecho en su decreto de 4 de mayo de 1814, dándole un Gobierno constitucional y juntando Cortes para el intento [...] muchos aplaudían su idea, y otros, sin aprobarla, consentían que fuese llevada a ejecución, suponiendo que, una vez comprometido con semejante paso, habría de dar los que del primero eran consecuencia forzosa [...] Con escrúpulos más honrados que juiciosos, vituperaba [Galiano] que por liberales fuese invocado el execrable decreto de 4 de mayo, manifiesto del despotismo contra la libertad". ALCALÁ GALIANO, o. c., capítulo XXVIII, párrafo undécimo.
[16] "Mientras se resolvía [...] estaba vacilante para la elección, llegó de segundo general don Pedro Sarsfield [...]" ALCALÁ GALIANO, o. c., capítulo XXIX, párrafo cuarto.
[17] La primera denuncia se encuentra en: Carta del mariscal de campo Sarsfield al conde de La Bisbal, 18 de junio de 1819, Jerez de la Frontera, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 46 a 74. Sarsfield buscó información para conocer la actitud del conde de la Bisbal y con qué fuerza podía contar: "Dewitte creía que siendo él el comandante de los escuadrones de la guardia del General en Jefe, de algún modo debía estar enterado de que estaba con los conjurados o al menos, el conde debía haberle sondeado sobre su modo de pensar". Respuesta a un interrogatorio mandado a Sarsfield. Ibídem, Cuaderno 2º, folios 20 a 35. En cuanto a la preparación de un partido contrarrevolucionario: Certificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, ibídem, Cuaderno 1º, folios 99 a 111. También: Declaración de Joaquín Gayón, Cádiz, 27 de agosto de 1819, ibídem, Cuaderno 2º, folios 24 a 26, y, Declaración de Juan Dewitte, Cádiz, 27 de agosto de 1819, ibídem, folios 27 a 29. En la carta de 21 de junio decía: "[...] no tengo duda que entre la oficialidad del Ejército hay algunos sediciosos que tratan de un trastorno político". Carta del mariscal de campo Sarsfield al conde de La Bisbal, 21 de junio de 1819, Jerez de la Frontera, ibídem, Cuaderno 1º, folios 46 a 74. Sarsfield cerraba la carta del 21 con: "Tenga Vd., la bondad de contestarme si lo tuviera a bien y contar con la adhesión y respeto de su afectísimo amigo [...]". Ídem.
[18] Órdenes del conde de La Bisbal a Sarsfield: Parte del conde de La Bisbal al ministro de La Guerra, Puerto de Santa María, 9 de julio de 1819. ibídem, Cuaderno 1º, folio 6 y siguientes. En cuanto a la opinión de Sarsfield: "[...] debo hacer presente, que desde el momento que presentí el objeto de los conspiradores traté bajo mano de tomar mis medidas [...]". Carta de Sarsfield al conde de La Bisbal, 24 de junio de 1819. Jerez de la Frontera, ibídem, folios 46 a 74. Según Alcalá Galiano: "[...] próxima a su fin la primavera de 1819 [...] El Gobierno, en Madrid, sabía algo de lo que estaba sucediendo en Andalucía, pero creía ponderado lo que le aseguraban del conde de La Bisbal, quien por su parte no dejaba de dar visos de que algo se tramaba; pero estando él tan bien enterado de las cosas, que cortaría la trama a su tiempo con su fuerte brazo". ALCALÁ GALIANO, o. c., Capítulo XXIX, párrafo segundo.
[19] En la carta del día 24, Sarsfield decía al conde de La Bisbal: "Este último [Moreno Guerra] vino de parte de algunos habitantes de Cádiz, [...] a que cooperase [...] a remover el sistema actual de Gobierno y establecer nuevamente las Cortes y Constitución [...] contesté a Moreno Guerra de un modo ambiguo, concluyendo que más adelante y mejor cerciorado del asunto vería lo que convendría hacer". Carta del mariscal de campo Sarsfield al conde de La Bisbal, Jerez de la Frontera, 24 de junio, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1ª, folios 46 a 74. Alcalá Galiano que simplificó las entrevistas entre los conspiradores y Sarsfield a una, escribió como resultado de la misma lo que sigue: "[...] dio éste [Sarsfield] por respuesta, que [...] nada descubriría de lo que le había sido revelado; pero que a la ejecución de tal plan se opondría como soldado con toda la resolución posible [...]". ALCALÁ GALIANO, o. c., Capítulo XXIX, párrafo cuarto. Continúa para hacer verosímil la actitud posterior del mariscal de campo: "[...] recapacitando Sarsfield, hubo de discurrir [...] que convenía más acabar con aquel proyecto que contenerle con amenazas; y así [...] fingió volverse atrás de su determinación primera, y ofrecer su ayuda a los conjurados para deshacer la conspiración y darles el debido castigo en tiempo oportuno [...]". ALCALÁ GALIANO, o. c., Capítulo XXIX, párrafo quinto.
[20] Certificación del mariscal de campo Sarsfield. Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 99 a 111.
[21] Para la delación de la conjura: Declaración del Juez Civil de Cádiz, 14 de agosto de 1819, ibídem, Legajo 11, Sumaria separada contra el sargento primero José Cortat, p. 37. "[...] Según Gutiérrez, el general Campoverde fue a tratar con el conde del Abisval asuntos concernientes a la revolución, pero que la propuesta se había frustrado [...]". Contestación de Sarsfield a un interrogatorio. Jerez de la Frontera, 31 de julio de 1819, ibídem, Cuaderno 3ª, folios 498 a 508. Para Alcalá Galiano el conde de La Bisbal: "[...] tenía, [1] o que intimar a los conjurados que desistiesen de su propósito, vigilándolos después [...] [2] o que echarse sobre ellos, desde luego, y castigarlos, convirtiendo en diestro manejo [de cara al gobierno] para descubrir los planes de los conspiradores la tolerancia que con ellos había tenido, [3] o que dar principio a la rebelión [...]". ALCALÁ GALIANO, Antonio María, Memorias, o. c., capítulo XXIX, párrafo cuarto.
[22] "[...] esto se acerca ya a un término [...] Los conspiradores insisten en quitarle a Vd., del medio, y que yo le sustituya en el mando [...]". Carta del de Sarsfield al conde de La Bisbal, Jerez, 4 de julio de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 46 a 74. También: Parte del conde de La Bisbal al ministro de la Guerra, Puerto de Santa María, 9 de julio de 1819, ibídem, folio 6 y siguientes.
[23] Además del testimonio de Sarsfield está el de su ayudante de campo, a quien le confió un compañero en el campamento de la Victoria: "[...] que la opinión publica era de que querían proclamar General en Jefe al expresado Sr. D. Pedro Sarsfield [...]". Declaración del Teniente Joaquín Borras. Madrid, 6 de febrero de 1828, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3º, folio 845.
[24] "[...] los amotinados [querían...] tomar sus objetivos la noche del 6 de julio". Contestación de Sarsfield a un interrogatorio de los fiscales. Jerez de la Frontera, 31 de octubre de 1819, ibídem, folios 498 a 508S. Según Galiano: "[...] Viéronse, en efecto, ambos generales en secreto [...] Fue fama después que Sarsfield había hecho presente al conde que, llevando adelante su intento de rebelarse contra el Gobierno, sobre faltar a su obligación de militar, a la larga se labraría la ruina en los vaivenes y trastornos de una revolución; idea ésta que hizo mella en el ánimo de aquél [...] Lo cierto es que entre ambos generales quedó resuelto que no triunfase la conjuración, pero no todavía el modo que habría de emplearse para desbaratarla y castigar o contener a los que en ella tenían parte más activa". ALCALÁ GALIANO, o. c., capítulo XXIX, párrafo noveno. Se ha de tener en cuenta aquí que Galiano unas veces fue testigo directo de los hechos que relata, otras informa sobre lo que había oído de otros testigos directos y, en ocasiones, escribe sobre lo que se rumoreaba. De esta manera, a pesar de que la reunión entre los dos generales se realizó a solas y con la mayor discreción, según se desprende del testimonio de Sarsfield, Galiano escribe sobre un asunto que si trascendió algo de él fue, a todas luces, de forma interesada, pues es difícil determinar como se pudo conocer una conversación tan privada y confidencial. Sobre las reuniones: Parte del conde de La Bisbal al ministro de la Guerra, Puerto de Santa María, 9 de julio de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 6 a 11, y, Certificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, ibídem, folios 99 a 111. Respecto a la retirada de la orden de marcha y el previsto rompimiento. P arte del conde de La Bisbal al ministro de la Guerra. Puerto de Santa María, 9 de julio de 1819, ibídem, folios 6 a 11. A este respecto, la información que ofrece Galiano no es demasiado precisa: "[...] La hora en que había de romper la guerra no era segura, ni tocaba al Taller sublime señalarla, ni aun saberla a punto fijo, hasta que estuviese cercana. De esto trataba el Soberano Capítulo con el general. Pero las comunicaciones entre ambos eran poco frecuentes y nada claras". ALCALÁ GALIANO, o. c., capítulo XXVIII, párrafo décimo. Al respecto, el Soberano Capítulo parece que no tuvo nada que ver con la decisión de iniciar el levantamiento, que en la noche del 6 de julio, fue tomada por Arco Agüero y los jefes de los cuerpos rebeldes acampados en el Palmar, lo que no quita para que ya tuviesen preestablecido el modo de avisar a sus partidarios, que se había producido el rompimiento
[25] Sobre el aviso de los cuerpos leales: Declaración de Juan Dewitte. Cádiz, 27 de agosto de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 2º, folios 27 a 29. Para la segunda reunión con el General en Jefe: Contestación de Sarsfield a un interrogatorio de los fiscales. Jerez de la Frontera, 31 de octubre de 11819, ibídem, Legajo 11, Cuaderno 3ª, folios 498 a 508. Respecto a la entrevista con Gutiérrez: Certificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, AGM, Sección 9ª, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 99 a 111.
[26] "[...] se hallaban formados con ocho fuertes Batallones y doce piezas de artillería, y al parecer en disposición de poderse defender según lo permitía el terreno". Certificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, ídem. También: Parte del conde de La Bisbal al ministro de la Guerra, Puerto de Santa María, 9 de julio de 1819, ibídem, folios 6 a 11.
[27] Sobre la argucia de La Bisbal de que proclamaría la Constitución: Carta de Arco Agüero a Sarsfield, Puerto de Santa María, 8 de julio de 1819, ibídem, folio 119. Respecto al itinerario que siguió y su actuación: Escrito del Conde de La Bisbal a los fiscales, Madrid, 12 de octubre de 1819, ibídem, Legajo 11, cuaderno 3º, folios 484 a 486. La artillería del Ejército expedicionario la componían dos unidades, una se encontraba en Puerto Real y la otra en el Puerto de Santa María.
[28] La actuación de Sarsfield en el campamento está en: Certificación del mariscal de campo Sarsfield, Jerez de la Frontera, 20 de julio de 1819, ibídem, Legajo 10, Cuaderno 1º, folios 99 a 111.
[29] Sobre los arrestos hay varios testimonios, uno de ellos: Declaración de Francisco Romero Cepeda. Cádiz, 20 de septiembre de 1819, ibídem, Cuaderno 2º, folio 155.
Francisco Varo Montilla
Investigador y profesional del Ejército
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